Vamos
a revisar los diferentes estilos de comunicación[1] que pueden darse en familias:
· Un modo convencional, sociable,
cotidiano, rutinario, donde los miembros de la familia se relacionan para
manejar realidades superficiales, en las que nadie entra en los sentimientos de
los demás, se tocan “cosas”, pero no se tocan para nada sentimientos. En la
pareja, por ejemplo, se tocan físicamente los cuerpos, pero no se tocan los
afectos, los sentimientos, las emociones.
· Un modo directivo, persuasivo,
condescendiente, cerrado, donde hay un diálogo manipulativo, ya que se busca
por muchos procedimientos lo que uno pretende. No se asoma uno a los
sentimientos de los otros, sino que se contemplan los que a uno le agradan y en
función de ello se toman decisiones que afectan a los demás.
· Un sistema especulativo, intelectual y
reflexivo, en donde existe un mayor deseo por entrar en el mundo del otro,
aunque persista el temor a entrar en el de los sentimientos. Se habla, se
razona, se dan explicaciones, se busca la fría razón y la lógica. Hay un
intento de acercamiento, aunque tímido, se abre una puerta hacia lo
confidencial, pero fácilmente queda bloqueada por el peso de lo racional.
· Por último se puede dar un sistema
abierto, auto-revelador, y auto-responsable, donde hay apertura y compromiso de
lo que cada uno tiene dentro de sí mismo. Se revela y manifiesta algo del
interior, se compromete a expresar los sentimientos. Hay un verdadero contacto
con el sentimiento de los otros desde la profundidad y el riesgo de expresar
los sentimientos propios. Se respeta el mundo emotivo de los demás.
Alcanzar este
nivel de comunicación, en el que me pueda abrir así delante de mis padres, de
mis hermanos o de mis hijos, requiere que en mi familia exista un gran nivel de
confianza. Sin la confianza es imposible que me muestre ante ti sin ningún tipo
de máscaras, que me haga vulnerable. Por todo, ello resulta esencial trabajar
en el núcleo familiar la confianza y por lo tanto el respeto.
Gabriel Calvo (1993) nos dice que
la confianza mutua es el camino para llegar a la unidad. Y nos detalla en qué
consiste la confianza:
· Una mutua apertura de la vida íntima.
· Una habilidad para compartir el propio
“yo”.
· Creer y esperar en el otro.
· Una disponibilidad para compartir
tiempo con el otro, a pesar de dificultades internas y sobre todo externas.
· Una costumbre de comunicar al otro las
cosas sin importancia del día a día.
· Una mutua honradez para relacionarse el
uno con el otro sin máscaras, mentiras o ambigüedades.
· Un dar y recibir recíprocos y sin
reservas o cálculos egoístas.
· Un trato mutuo, sencillo y
transparente.
Y ¿Cómo desarrollar la confianza mutua?
· No
exigiéndola, sino proponiéndola el uno al otro.
· Poniendo en
común las propias vivencias.
· Haciendo
cosas los dos juntos. ¿Cuántas cosas o actividades
compartes con tu hijo, o con tu padre o madre?
· Para que el
otro sea tu buen amigo, tú tienes que procurar ser su buen amigo. Es decir, ser amable, cortes, atento, delicado, y
bondadoso. Ante las dificultades recordar el consejo de San Juan de la Cruz:
“donde no hay amor pon amor y encontrarás amor”.
· Da
prioridad a la relación. No
desentenderos el uno del otro, ni de sus necesidades, ni de sus dificultades,
ni de sus problemas ni de sus deseos, ni de sus preocupaciones. Amar al otro
como a uno mismo.
· Ser siempre
abiertos, sinceros y transparentes el uno con el otro. Es decir, comunicarse las vivencias y experiencias
personales, los sentimientos positivos, y negativos, las preocupaciones, las
necesidades, y las decisiones importantes.
· Respetad la
intimidad de cada uno. No
controlar. Aceptar las decisiones y opciones personales. Permitir que el otro
satisfaga sus deseos. Facilitar la relación con otras personas.
· Dejar que
el otro sea él/ella mismo/a. Aceptar
la personalidad de cada uno, su temperamento, su carácter, sus peculiaridades.
No sentirse amenazados si las opiniones y gustos personales no coinciden. No
pretender dominar. No exigir.
· Reconocer,
elogiar, estimular. Ser agradecidos. Reconocer lo
positivo. Olvidar lo negativo. Ser tolerantes con los defectos y faltas. Dar
siempre ánimos y aliento.
· Estar
siempre dispuestos a dar y recibir.
Dar con generosidad y alegría. Recibir con sencillez y humildad. Proponer no
imponer.
· Ser leales. Ser fieles. Estar al lado de vuestro/a, novio/a, marido/mujer, hijo/a, hermano/a, padre madre.... Tanto
en los momentos buenos como en los malos, en los alegres como en los tristes.
Si poco a poco vamos trabajando estos aspectos dentro de
nuestra familia, veremos como progresivamente se van estableciendo las bases
para llegar a un nivel de comunicación cumbre, en donde sea cotidiano y fácil
comunicarse en sentimientos.
Equipo de FSH